Herbert Vilcapoma López nació en Huancayo siendo el menor de cinco hermanos. En 1970 y a sus 5 años se trasladó junto con su familia a la mina San Ignacio de Morococha, en Chanchamayo, donde su padre era jefe de seguridad. La casa de Herbert estaba a pocos metros de la mina, y diariamente observaba con admiración el paso de las imponentes máquinas mineras. Para él, eran como gigantes metálicos que emergían entre el polvo y la tierra, casi un fenómeno mágico. Él pasaba horas construyendo y jugando con pequeños camiones mineros hechos con latas de leche y chapas, convencido de que algún día trabajaría en una mina.
Al terminar la secundaria su padre falleció, dejando un profundo vacío en sus hermanos y en su esposa. Su madre, a pesar de no tener estudios, logró sacar adelante a sus hijos gracias a una pequeña tienda. Con el deseo de un futuro mejor, Herbert viajó a Lima para estudiar, pero los recursos eran insuficientes, a tal punto de alimentarse en comedores populares. A pesar de las dificultades, se propuso no repetir su experiencia de pobreza.
«La verdad que la pasé muy mal en Lima, a tal punto que comía con los indigentes en los comedores populares que había antes en la plaza Manco Capac. En ese momento dije que el día que yo empiece a trabajar no voy a gastar mi plata. Tengo que hacer algo para que mi familia y mis hijos no sufran como yo«.
Herbert regresó a su lugar de origen, Huancayo, con la intención de estudiar Ingeniería Metalúrgica, pero la falta de recursos y el contexto de terrorismo que azotaba a la universidad frustraron sus planes. Su madre insistió para que estudiara y de esa forma honrara el sueño de su padre, así que optó por estudiar Mecánica de Producción en un instituto técnico de la ciudad. Aunque al principio no entendía mucho de la carrera, se enamoró de la soldadura y del trabajo con máquinas, avivando más su pasión.
Inicios
Al finalizar sus estudios y gracias a su excelente desempeño académico comenzó a trabajar en la mina Julcani, en Huancavelica. Después de seis meses, logró alcanzar una plaza en la mina San Ignacio de Morococha, el lugar que lo había visto crecer. Trabajó allí como técnico mecánico en equipos pesados entre 1989 y 1996.
«Cuando fui a visitar a mi madre y a mis hermanos que estaban en la mina donde crecimos, me dijeron que estaban contratando personal. Mi madre me dijo que postulara y luego de una semana me llamaron. Ahí estuve 7 años».
El gran giro en su vida profesional llegó cuando se mudó a Lima y empezó a trabajar en una empresa canadiense, Boart Longyear, donde tuvo la oportunidad de observar cómo se construían las máquinas mineras. Para Herbert, estas máquina no le parecieron fuera de su alcance y pensó: “Yo también puedo hacer esto”. Siempre inquieto y proactivo, interactuaba con técnicos e ingenieros de ventas de la empresa y su actitud les impresionó tanto que lo invitaron a trabajar con ellos.
«Yo soy una persona inquieta y proactiva. Trabajaba en la mina San Vicente, donde interactuaba frecuentemente con técnicos e ingenieros de ventas de una empresa canadiense que vendía maquinaria a la mina. Impresionados por mi actitud, me invitaron a trabajar con ellos en Lima, ya que siempre estaba interesado en las cosas que hacían».
A pesar de haber dejado a su familia en la mina donde creció para irse a Lima, Herbert ya tenía algunos negocios con su esposa, como el transporte de pasajeros desde la mina hasta el pueblo de San Ramón. Su esposa se encargaría de administrar lo que luego se convertiría en su empresa. En Boart Longyear, Herbert vio una oportunidad y es que las veces que entregaba alguna máquina, el cliente le pedían una más chica porque las que tenían no entraban en sus minas. Se dio cuenta que necesitaban una máquina más chica, más portátil, y que no genere mucho costo.
Una gran idea
Propuso fabricar máquinas más pequeñas, adaptadas a las minas locales, pero su jefe no creyó en la idea. Herbert abandonó dicha empresa y se fue a otra empresa minera llamada Zapi, decidido a perseguir su sueño de fabricar equipos más adecuados. Junto a su hermano Jesús, tornero encargado de la parte estructural, comenzó a construir su primer prototipo en un pequeño taller en San Martín de Porres.
«Yo hablaba con con mi jefe y le decía para fabricar una máquina más chica para el cliente. Sin embargo el me decía que no haría una máquina así para Perú. Salgo de esta empresa canadiense y me voy a Zapi, es ahí donde empiezo mi gran sueño «.
Nacimiento de Rock Drill Perú
Después de un año de trabajo, su primera máquina hidráulica, pequeña y de alta potencia, estaba lista. Herbert la probó en una mina de Glencore, donde superó con creces a los equipos más costosos del mercado. Su máquina, que perforaba más de mil metros al mes, fue un éxito rotundo, y le pidieron que fabricara más.
«Las máquinas que tenían hacían 700 metros al mes, mientras que la mía hizo más de mil metros durante ese mismo tiempo. Yo mandé mi máquina para que la probaran un mes. Cuándo regresé a pedirla me dijeron que no me la devolverían, que querían más máquinas así. Es en ese momento que formo mi empresa»
A Herbert le dijeron que su máquina era perfecta y se quedaba en mina, insistiéndole en que debía formar su empresa para ingresar como contratista en la mina. Era el año 2000 y estaba muy deseoso de entrar en el negocio, ya que enía un buen empleo en una gran empresa, había ahorrado algo de dinero y gozaba de cierta estabilidad, pero las dudas eran razonables. “¿Y si nos va mal? ¿Qué haremos con los niños? ¿Y sus estudios?”, preguntó su esposa. Sin embargo, los representantes de la mina fueron a buscarlo a su casa para convencerlo. Así nació Rock Drill, su primera empresa dedicada a brindar servicios de perforación diamantina y perforación geotécnica para el sector civil y minero.
Cuando necesitó financiamiento para una máquina más grande, recurrió a su antiguo jefe en Boart Longyear, Hans Lesner, quien confió en él y le otorgó un crédito directo sin aval. Herbert pagó la máquina en menos de un año y comenzó a incursionar en el mundo de la banca. Desde entonces, todas sus ganancias se reinvirtieron en el negocio, priorizando su expansión y crecimiento.
Creación del grupo empresarial
En el año 2007, identificaron una nueva necesidad en el mercado y fundaron Comercial Drilling Services S.A.C. (CODRISE), una empresa dedicada a la fabricación de productos de perforación para abastecer a Rock Drill. Entre 2007 y 2008 el negocio atravesó la peor de sus crisis, con deudas de hasta US$ 3 millones. En 2010 se formó Overprime Manufacturing S.A.C., en asociación con un tercer socio. En 2015, la familia Vilcapoma, junto con sus hijos, estableció la cuarta empresa: Helix Renting S.A.C. De esta manera crearon el grupo empresarial VILBRA, liderado por la familia.
La estrategia empresarial del grupo es corporativa. Ya que Codrise proporciona los productos necesarios para ejecutar eficientemente las operaciones de perforación, mientras que Overprime (que también repara diversos equipos tanto subterránea como de tajo abierto )desarrolla y fabrica los equipos y maquinaria que Rock Drill utiliza para perforar y mejorar la eficiencia operativa y de seguridad. Por otro lado, Helix se encarga de la gestión de flota de vehículos y equipos utilitarios como grupos electrógenos, que también son esenciales para las labores que Rock Drill hace en mina.
Consolidación y proyecciones
Herbert dejó la gerencia general en 2019, pasando el liderazgo a sus hijos, quienes hoy operan sus empresas. Asimismo, Vilcapoma fue elegido a principios de 2020 como Empresario del Año en el Premio Líderes Empresariales del Cambio (LEC).
Con oficinas en Chile y México, sus productos han llegado a países como Bolivia, Colombia, Brasil, y España. Además trabajan con las principales empresas mineras del Perú, en las que se encuentran: Volcan, Buenaventura, Milpo, Barrick, Glencore, Minsur etc. Sus empresas emplean a más de mil personas en el Perú, y en México ya tiene cerca de 500 trabajadores, fabricando también accesorios y repuestos para el fabricante japonés de automóviles, Nissan.
Herbert ha brindado oportunidades laborales a jóvenes de diversas provincias, ofreciendo formación y alojamiento en sus talleres de Chorrillos. Luego de tres meses de evaluación, los practicantes se convierten en mecánicos, con sueldos y responsabilidades que les permiten independizarse y abrir camino a otros jóvenes.
Actualmente se encuentran en más de 20 operaciones en Perú y México. Asimismo están construyendo una planta de 20,000 m² en Huachipa para centralizar sus operaciones y desarrollar equipos de perforación únicos. Los cuales serán adaptados a las necesidades específicas de cada mina. En estos momentos Rock Drill está enfocado fundamentalmente al sector minero, pero está preparado para atender la demanda de otros sectores como construcción civil, infraestructura vial, puentes, túneles, entre otros. Finalmente, esperan abrirse paso en el mercado internacional y seguir consolidando sus servicios de perforación de producción y servicios geomecánicos y geológicos.