La historia emprendedora de Ignacio Rouillon comenzó con la diversidad de trabajos independientes en los que se sumergió desde temprana edad. Desde llantas hasta avícolas, pasando por productos químicos y muebles de madera, Rouillon había experimentado un variado abanico de trabajos.
Sin embargo, el giro de su vida comenzaría en 1991, cuando unió fuerzas con dos amigos tras cursar el Estudio de Inversiones en la carrera de Administración de la Universidad de Lima. La chispa emprendedora los llevó a abrir una panadería en el Rímac, ocupando el espacio que antes albergaba la panadería de uno de sus compañeros, la cual había quedado cerrada tras el fallecimiento de su padre.
Aunque su amigo tenía cierta experiencia en el negocio, el aprendizaje fue constante durante los primeros 6 a 7 meses en el Rímac. Esta experiencia le permitió a Ignacio comprender que la panadería tradicional no era su verdadera pasión. Su visión emprendedora lo llevó a la conclusión de que para destacarse, debía innovar, y así nació la idea de crear un autoservicio.
El 15 de julio de 1992 marcó el inicio de un nuevo capítulo en la vida de Ignacio Rouillon, cuando decidió emprender su propio camino en el mundo de la panadería dando vida a Don Mamino.
El primer local
Ignacio soñaba con un espacio que ofreciera una variedad sin igual, donde cada cliente pudiera elegir su pan. Este sueño, sin embargo, requería una costosa inversión, y fue su padre, además de ser su socio e inversionista hasta el día de hoy, quien contribuyó significativamente para que su hijo pudiese materializar su visión. El primer paso se dio con la apertura del primer local en Monterrico, el cual tenía 145 metros cuadrados y contaba con el esfuerzo de 15 colaboradores.
La apuesta se convirtió en la firma distintiva de Don Mamino, presentándose como el «Primer Autoservicio del Pan». El éxito fue tan abrumador que en 1994 se vieron en la necesidad de mudarse a un local cinco veces más grande. Al año siguiente, abrieron su segundo establecimiento en La Molina, inicialmente en la calle Las Caobas y, posteriormente, en su ubicación actual en la esquina de Caobas con Bambúes, donde ampliaron su oferta a más de 30 variedades de pan.
El 1998 marcó un nuevo hito con la inauguración del tercer local en Chacarilla, consolidando así la presencia de Don Mamino entre sus fieles clientes. La evolución constante llevó a la ubicación actual en la esquina de las Avenidas Caminos del Inca y Velasco Astete, en Surco.
En el año 2002, Don Mamino inauguro su cuarto local en San Isidro, marcando un hito al fusionar el concepto clásico de Panadería y Pastelería con la atmósfera de una Cafetería. A partir de entonces, cada nueva apertura incluyó el atractivo de la cafetería, ampliando la experiencia para sus clientes. En dos años, la panadería abrió un local en el lujoso rincón de Asia, y para el 2005, abrió otro en los Caminos del Inca y La Molina.
Con cada expansión, en 2007, Don Mamino se aventuró en el Canal Autoservicios, llevando sus productos clásicos, como panes de molde sin corteza, tostadas, crissinos, galletas, y más. Este crecimiento demandó la creación de una planta de producción, inicialmente ubicada en Monterrico. Ante la creciente demanda, la planta se trasladó a un espacio de 1,000 metros cuadrados, hasta que en 2008 encontraron su lugar en Huachipa.
El 2012 vio la llegada del sexto local en Miraflores, marcando presencia en la esquina de 28 de Julio con Ramón Ribeyro. En mayo de 2013 fue la apertura del séptimo local en el Open Plaza Angamos, donde dio un giro novedoso, presentando una panadería rediseñada con una nueva línea de panes horneados a la vista del público. Y para el siguiente año, trajo consigo el octavo local en el Centro Comercial Real Plaza Salaverry.
Sin detenerse, el 2015 fue testigo de la apertura del noveno local en el Centro Comercial Plaza Norte, y para el 2017, la panadería se mudó a su actual ubicación en Avenida Conquistadores, San Isidro. Innovadores incluso en tiempos desafiantes, en el 2020, durante la pandemia, dieron un giro al abrir un nuevo local en Avenida Caminos del Inca, introduciendo un concepto fresco: Don Mamino Pizzas y Pastas.
Se vende como pan caliente
Hasta el 2020, Don Mamino tiene 6,000 y 7,000 transacciones diarias en cada uno de sus locales. Jorge indica que lo que antes vendían en un mes en una tienda, ahora lo logran en un solo día. Este logro es fruto de 32 años de esfuerzo y dedicación, que han llevado a Don Mamino a tener 11 locales, cada uno de los cuales es visitado por Jorge a diario.
Jorge presume con orgullo que Don Mamino fue pionero en traer la ciabatta a Perú. Este pan italiano, introducido hace 25 años, fue aprendido de unos españoles que contrataron en los primeros años del emprendimiento.
«Aquí horneamos 3 veces al día: nunca vas a encontrar un pan que tenga más de 8 horas de horneado y todos se hornean en tienda, en cada local»
Jorge Rouillon
Mirando hacia el futuro, Don Mamino tiene grandes planes de expansión internacional. Con la mira puesta en Estados Unidos, Chile y México.
Productos
- Panadería: Panes Artesanales y Bollería, Panes Saludables y Productos de Larga Vida.
- Pastelería: Pasteles dulces, Pasteles salados, Postres.
- Cafetería: Desayunos, Sandwiches, Ensaladas, Pastas, Piqueos, Helados y Bebidas.
Una familia más que una empresa
El fundador comenta que los primeros 10 o 12 años trabajaba hasta los domingos; nunca paraba. Luego, los otros siguientes 10 años trabajaba de lunes a sábado hasta la noche, y los domingos ya casi nada. Sin embargo, le dio una parálisis facial que lo obligó a tranquilizar su vida.
Este problema lo llevó a acercarse más a su tío materno que es coleccionista de autos antiguos, y a él siempre le han encantado y ahora es vicepresidente del Club del Automóvil Antiguo del Perú. Ello se dedican a la restauración de autos antiguos y organizamos eventos de exhibición y pasarela.
Por otro lado, volviendo al tema de la panadería, Jorge tiene a su hermano trabajando con él en Recursos Humanos. También tiene una compañera de su promoción que es su gerente financiera. En planta tiene unos 6 ingenieros de industrias alimentarias y en tiendas hay 2 más; también tiene un par de chefs. Además, hacen capacitaciones para el personal cada 15 días.
Dato
Cuando Ignacio era pequeño, le decía a su hermano “maminito”, debido a que todavía no podía vocalizar bien “mi hermanito”. Ese fue el apodo que tuvo hasta los 15 años y en el que se inspiró para hacer su panadería.