La basura plástica en la actualidad está en cada parte de nuestro planeta, desde la remota Antártida hasta las profundidades del océano.
Varias campañas y programas de TV, como Blue Planet II de la BBC, profundizaron la ya existente preocupación pública sobre el tema.
Más de 60 países están implementando leyes destinadas a reducir el uso de bolsas plásticas y otros materiales similares de un solo uso.
Desde julio de 2018, Vanuatu, una pequeña isla del Pacífico Sur, se convirtió en la primera nación en el mundo en prohibir las bolsas de plástico de un solo uso, sorbetes y recipientes de poliestireno para alimentos.
El costo del cambio
Varias cadenas de supermercados, incluidas las multinacionales Tesco y Walmart, prometieron reducir la cantidad de envases de plástico en los que venden sus productos.
Los fabricantes de bebidas Coca-Cola y Pepsi, la multinacional de alimentos y limpieza Unilever, la productora de alimentos Nestlé y la compañía de cosméticos L’Oreal también se comprometieron a garantizar que todos sus envases sean reutilizables, reciclables o que se puedan descomponer para 2025.
Pero a pesar de estos compromisos, gran parte de la industria de alimentos y bebidas todavía está tratando de determinar cómo alcanzar esos objetivos.
Solo en la Unión Europea más de la tercera parte de la comida que se vende viene en paquetes de plástico. Y cada uno de sus 510 millones de residentes produce aproximadamente 31kg de desechos de envases de plástico al año.
Utilidad del plástico
Una razón por la que el plástico es tan dominante en el mercado es su capacidad de hacer más por menos: se necesita menos material para hacer una botella de bebida de plástico que una de vidrio.
«Los plásticos son baratos, livianos y adaptables de muchas maneras», dice Susan Selke, directora de la escuela de envasado de la Universidad Estatal de Michigan, Estados Unidos.
Hace 50 años, antes que la revolución de los plásticos se acelerara, la mayoría de las bebidas se vendían en botellas de vidrio.
Consecuencias de abandonar el plástico
Hay quienes advierten incluso que abandonar el plástico, después de casi 70 años de usarlo para envasar alimentos, podría tener otras consecuencias mucho más costosas e imprevistas.
Lo que puede parecer solo una bolsa de plástico envuelta alrededor de un vegetal es en realidad una herramienta sofisticada para aumentar su vida útil.
«Creo que la gente subestima los beneficios de los plásticos para reducir el desperdicio de alimentos», dice Anthony Ryan, profesor de química y director del Centro Grantham para Futuros Sostenibles de la Universidad de Sheffield.
La envoltura retráctil utilizada en los pepinos, por ejemplo, puede duplicar el tiempo de duración de la verdura, lo que permite que permanezca hasta 15 días en la nevera y reduzca los desperdicios de comida a la mitad. Un pepino sin envolver duraría solo 2 días a temperatura ambiente y 9 días si se refrigera.
Por su parte, la carne comprada en bandejas de poliestireno cubiertas con película plástica generalmente dura entre 3 y 7 días.
Sin embargo, si está empacada al vacío en plástico multicapa, puede conservarse hasta 45 días sin estropearse.
Las frutas y verduras delicadas también se mantienen a salvo con los envases de plástico. Se descubrió que poner uvas en cajas plásticas individuales reduce el desperdicio en un 75%.
Extender la vida útil de los alimentos puede reducir en gran medida el costo del desperdicio de comida que a nivel global se estima en casi US$1.000 billones al año, y que en gran parte corre a cargo de fabricantes y minoristas.
Mientras que algunos creen que el empaque de plástico de un solo uso provocó un aumento en la cantidad de comida que botamos al fomentar una cultura del desecho, muchos en la industria del plástico argumentan que sin el empaque plástico, el costo del desperdicio de alimentos podría aumentar.
A medida que los fabricantes tratan de reemplazar con plásticos más ecológicos y biodegradables, el riesgo de mezclarse con los plásticos convencionales solo aumentará, lo que podría subir el costo de los materiales reciclados.
Es un problema que requerirá nuevas formas de identificar, clasificar y tratar con materiales plásticos cuando se desechan para garantizar que los materiales biodegradables se mantengan separados de los que se pueden reciclar.
Anthony Ryan ve otros problemas con el uso generalizado de envases biodegradables.
«Se tratan los síntomas y no la enfermedad», dijo. «Si la enfermedad es nuestra sociedad desechable, hacer que los envases sean biodegradables solo alienta a las personas a generar más basura».
Por otra parte, el Foro Económico Mundial descubrió que las medidas innovadoras de reutilización y recarga podrían realmente reducir los costos de empaque en al menos US$8.000 millones al año.
Y como muchos países buscan introducir leyes que impongan nuevos gravámenes a las bolsas de plástico y prohíban ciertos tipos de envases de un solo uso, las opciones recargables y reutilizables pueden volverse más atractivas.
Vía BBC Mundo