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¿Conviene realmente pagar la universidad con una tarjeta de crédito? 

En Perú, más del 30 % de los jóvenes universitarios ha utilizado su tarjeta de crédito o la de sus padres para pagar algún gasto académico.

Por Infomercado
4 minutos
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Elegir cómo financiar una carrera universitaria no es una decisión menor. En los últimos años, más estudiantes y familias han optado por las tarjetas de crédito para cubrir matrículas, libros y otros gastos académicos. Pero, ¿es esta realmente una buena idea? ¿Qué tan común es esta práctica en Perú y cómo se compara con lo que ocurre en España?

El crédito como salvavidas… o como trampa

Cuando se trata de financiar la educación superior, muchas familias recurren a lo que tienen a mano: y eso, muchas veces, es la tarjeta. Parece una solución rápida, pero si no se gestiona con cabeza fría, puede convertirse en un problema serio.

En Perú, más del 30 % de los jóvenes universitarios ha utilizado su tarjeta de crédito o la de sus padres para pagar algún gasto académico, según cifras del INEI y reportes del sistema financiero. La facilidad de pago en cuotas, las promociones sin intereses y los convenios entre universidades y bancos parecen atractivos. Pero aquí viene la advertencia: muchas de estas compras terminan convirtiéndose en deuda revolvente con tasas que superan el 60 % anual.

En España, aunque el panorama es diferente por la estructura de costes universitarios, también se ha registrado un uso creciente de tarjetas para cubrir matrícula en universidades privadas, gastos de máster y cursos de especialización. La diferencia radica en las tasas: el interés promedio en España ronda el 20 %, mucho más bajo que en Perú, aunque sigue siendo un gasto considerable si no se amortiza a tiempo.

La tentación de los pagos en cuotas

Claro, pagar en cuotas suena razonable. Sobre todo si se trata de tres, seis o doce meses sin intereses. Y muchas universidades privadas en Lima, Arequipa o Trujillo ya permiten este método. Sin embargo, si te atrasas o no cumples con los términos, el banco activa los intereses como si se tratara de una deuda normal. Y ahí, todo se descontrola.

En España, las instituciones financieras también ofrecen modalidades de «financiamiento educativo» con tarjetas, pero con condiciones mucho más reguladas. Además, existen productos como préstamos personales para estudios, con plazos definidos, tasas fijas y sin riesgo de sobregiro. En otras palabras, hay más herramientas de planificación y menos espacio para la improvisación.

Educación financiera: lo que hace falta

Y aquí va un punto crítico. En Perú, la educación financiera sigue siendo una asignatura pendiente. Muchos jóvenes no entienden del todo cómo funciona una tarjeta de crédito, qué implica pagar solo el monto mínimo o cómo se calculan los intereses. Eso deja la puerta abierta a decisiones impulsivas que, en lugar de apoyar la educación, terminan afectando su futuro económico.

En España, si bien la alfabetización financiera también presenta desafíos, hay más campañas educativas desde los propios bancos, organismos estatales y medios especializados. Esto ha permitido que buena parte de los usuarios jóvenes tomen decisiones más informadas, o al menos más cautelosas.

Entonces, ¿es buena idea usar la tarjeta para la universidad?

Depende. Si se usa con responsabilidad, con un plan claro y dentro de un sistema de cuotas sin intereses, puede ser una herramienta válida. Pero si se convierte en una extensión del presupuesto mensual sin control ni planificación, entonces no. El riesgo de sobreendeudamiento es real, sobre todo en contextos de alta inflación o inestabilidad económica.

Comparar, planificar y preguntar

Antes de deslizar la tarjeta para pagar una matrícula o una mensualidad, conviene hacer algunas preguntas básicas. ¿Es esta la única opción? ¿Puedo pagarla en los próximos meses sin comprometer otros gastos? ¿Hay intereses ocultos? ¿Qué pasa si me atraso?

En definitiva, usar una tarjeta de crédito para estudiar no es ni bueno ni malo por sí mismo. Todo depende del contexto, del conocimiento y, sobre todo, de la forma en que se administra el dinero. Tanto en Perú como en España, el consejo es el mismo: si vas a financiar tu educación, que sea con cabeza, no con impulsos.