El consumidor peruano mantendrá su gasto, pero será más racional, exigente y selectivo. La confianza se ubica en uno de sus niveles más bajos y marca el ritmo del mercado.
Un consumidor más racional y con gasto selectivo
El 2026 llega marcado por baja confianza económica, elecciones generales y un consumidor que acumula diez años de shocks. Según el Índice Global de Confianza del Consumidor de Ipsos, Perú registró 43 puntos en agosto de 2025, uno de los niveles más bajos de la región.
En este entorno, el comprador peruano no deja de consumir, pero ajusta su gasto para comparar, postergar y priorizar. Las consultoras coinciden en que la preferencia se concentra en necesidades básicas, conveniencia y una adecuada relación costo–beneficio.
Entre octubre de 2024 y agosto de 2025, la confianza se mantuvo alrededor de 43 puntos, sin un repunte sostenido. Este escenario impulsa un consumo más prudente.
Estudios como Latin America Consumer Insights de AMI señalan que los hogares reducen frecuencia o ticket en algunas categorías, pero están dispuestos a pagar más cuando perciben calidad, respaldo y servicio confiable. No se trata de gastar menos, sino de gastar mejor, privilegiando marcas que cumplen lo que prometen.
“Value for trust”: la confianza como eje de decisión
Proyecciones de Deloitte y AMI resaltan que el consumidor peruano prioriza la confianza por encima del precio. Surge un nuevo concepto: “valor por confianza”, donde la promesa de la marca debe estar respaldada por hechos verificables.
Experiencias claras, transparencias en políticas y respuestas eficientes frente a reclamos influyen más que la oferta. “La confianza se ha convertido en el nuevo eje de competitividad”, señala Willard Manrique, CEO del Grupo Crosland. El consumidor peruano de 2026 será más informado, más exigente y menos tolerante a cualquier inconsistencia.
El consumidor evaluador
El informe State of the Consumer 2025 de McKinsey describe al “consumidor evaluador”, un perfil que compara experiencias, reseñas y evidencia antes de decidir.
En el Perú, con mayor conectividad, este comportamiento se consolida: el comprador analiza toda la experiencia de compra, pago, entrega y postventa; y penaliza cualquier ruptura entre el discurso y la realidad. En un entorno digital altamente sensible, un error puede amplificarse y acelerar el cambio de marca.
Desafíos para las marcas en el 2026
Las empresas deberán realinear sus estrategias para mantener relevancia ante este consumidor más analítico. Los especialistas plantean cuatro acciones clave:
- Clarificar la propuesta de valor, explicando qué problema resuelven y qué beneficio concreto entregan.
- Alinear promesa y experiencia, desde el precio hasta el postventa, evitando mensajes que no puedan cumplirse.
- Gestionar la confianza como un activo, con transparencia en políticas y respuestas ante errores.
- Escuchar al consumidor evaluador, usando datos y retroalimentación para ajustar productos y procesos.
En resumen, 2026 estará marcado por un consumidor racional, selectivo y evaluador. Para las empresas, el reto no será solo vender en un año de incertidumbre, sino demostrar coherencia y generar confianza de forma sostenida. Como resume Manrique, la diferencia no estará en quién promete más, sino en quién cumple mejor lo que dice.