Carlos Pereira fue un joven peruano que emigró a los Estados Unidos con el sueño de estudiar Administración de Hoteles y Casinos en Las Vegas, sin embargo esa no sería su verdadera pasión. Con la poca experiencia que tuvo en una panadería pudo transformarse en un panadero artesanal exitoso y respetado en Las Vegas, siendo proveedor de los mejores hoteles y casinos de la ciudad.
Inicios de Carlos Pereira
En 1993, a sus 23 años, Carlos Pereira llegó a Las Vegas con la intención de obtener una licenciatura en administración hotelera en la Universidad de Nevada (UNLV). Cuando llegó a una feria de empleo en el Hotel Caesar’s Palace no hubo un puesto relacionado con sus intereses. Mientras caminaba observó que el mismo hotel buscaba un panadero artesanal y al recordar su trabajo en una panadería de EE.UU para solventar sus estudios superiores, decidió postularse.
«Un aviso decía que si tú entrabas en cualquier posición por seis meses y después de ese tiempo se abría la vacante que solicitaste, podías hacer un traslado interno. Eso me motivó y dije bueno, entro seis meses y si después sale algo en mi área hago mi traslado», declaró a Gurú Motivación.
A pesar de su poca experiencia, Carlos deseaba obtener el puesto de panadero. Su persistencia para conseguir el trabajo le valieron una oportunidad única en Caesar’s Palace, donde comenzó su formación en técnicas tradicionales de panadería francesa.
«Recuerdo que el ejecutivo del Caesar’s Palace me dejó su tarjeta. Yo lo llamé y no me contestó durante dos meses. Cuando me contesta quería reunirse conmigo y yo accedí. Él fue muy directo y me dijo que yo no era lo que estaba buscando, pero era el único que insistía y que no había encontrado a otro. Es por eso que el puesto fue mío».
Formación en el Caesar’s Palace
Caesar’s Palace tomó la decisión estratégica de producir su propio pan artesanal, en lugar de importarlo congelado desde San Francisco. Carlos Pereira fue clave en esta transición.
«Antes del pan artesanal, el hotel compraba el pan de San Francisco, el cual venía congelado. Su calidad no era mala, el problema era que el precio de los congeladores donde guardaban el pan era muy alto. Todo ello resultó ser ineficiente, así que decidieron invertir en mí educación para realizar pan artesanal».
El Caesar’s Palace apostó por darle una formación rigurosa y personalizada en el Instituto de Panadería de San Francisco. Su instructor fue el francés Leonel Batiné, miembro de «Los Panaderos de Compañón», un tipo muy severo y perfeccionista. Carlos recuerda con humor las duras lecciones que este le brindó, como cuando se reveló a Leonel ya que este le pegaba en la mano cuando se equivocaba.
«Las palabras que me dijo mi maestro cuando lo encaré fueron: A partir de ese momento yo voy a pretender que te enseño y tú vas a pretender que aprendes, ese es nuestro trato. Cuando se acabe el curso tú vas a terminar siendo un mediocre panadero como los americanos que hay acá. Sin embargo, si me dejas enseñarte como a mí me enseñaron quizás algún día puedas vivir bien del pan».
Durante su estadía en el Caesar’s Palace, las ventas de pan artesanal incrementaron enormemente. Las técnicas que le habían enseñado bastaron para catapultar al hotel en el negocio y perfeccionar su arte en la panadería.
El nacimiento de Bon Breads Baking Co.
Tras su éxito, recibió una oferta del recién inaugurado hotel Mandalay Bay, que incluía un gran aumento salarial del 50%. El Caesar’s Palace no podía darle una propuesta similar, teniendo así una visión clara de lo que debía hacer. Sin embargo, antes de aceptar la oferta, una conversación con su jefe lo hizo reconsiderar su decisión. Él le sugirió que, dado su talento y habilidades, podría considerar abrir su propia panadería. Inspirado por esta idea, rechazó la oferta y se aventuró en el camino del emprendimiento.
«Yo hablé con mi jefe, pero no podía aumentarme el 50%. Por ese motivo tomé la decisión de capacitar a alguien para que asuma mi puesto e irme. Sin embargo, antes de irmé me dijo que no había nadie más haciendo pan artesanal en Las Vegas y que si fuese un poco más inteligente pensaría en abrir mi propia panadería».
En 1999 y a sus 29 años, Carlos Pereira fundó Bon Breads Baking Co. en un pequeño local de 300 metros cuadrados donde él mismo se encargaba de todas las tareas, desde la producción hasta la limpieza. El negocio seguía siendo novedoso en Estados Unidos y todo el mundo quería pan artesanal, por lo que su producto se vendía solo. Relata que sus servicios eran los más solicitados.
Panes personalizados
Para atraer a más gente preparó panes personalizados, los cuales eran ofrecidos a los diversos restaurantes, quienes no dudaban en comprarlo. A pesar de que la producción era a pequeña escala y no siempre era eficiente, mantuvo esta práctica como una esencia de su negocio mientras realizaba su producción tradicional de pan.
«Tengo más de 2000 formulaciones de pan, porque los primeros 5 años haciamos panes a gusto y medida del cliente. Todavía lo seguimos haciendo, tenemos unas cantidades mínimas para hacer productos personalizados, aunque a veces no es lo mejor desde el punto de vista business. Siempre fuimos consistentes en la calidad de producto, eso hacía que se vendiera solo e incluso podían pagar más por el».
A medida que las cosas mejoraron contrató más personal, amplió la panadería y la modernizó completamente. Dicha modernización estuvo de la mano del ingeniero Máximo San Román, un gran amigo quién lo impulsó a seguir con el millonario préstamo que necesitaba. Carlos recuerda que le compró al ingeniero cerca de 14 hornos rotativos y máquinas mezcladoras que desde hace 25 años siguen funcionando.
«Cuando me mudé a un local más grande me endeudé con 250,000 mil dólares para comprar más equipo y armar un buen negocio. Tras acabar de pagar pedí otro préstamo pero esta vez de un millón de dólares. Tuve miedo al principio, pero el ingeniero San Román me dijo que era una deuda saludable, una deuda que me permitiría crecer mientras la voy pagando. A parte que el negocio iba bien, decidí invertir.»
Desafíos
Cuando todo iba bien, las deudas pagadas y la producción de pan artesanal permanecía las 24 horas, Carlos enfrentó un gran desafío para mantener su panadería: El atentado del 11 de setiembre del 2001.
A raíz de esto tuvo que despedir a varias personas aunque el no quería. Los clientes no se perdieron, pero las ventas bajaron enormemente. Es así que para salvar el negocio tuvo que esforzarse el doble, saliendo a ofrecer bolsas de panes a hoteles o casinos más chicos pero que le darían la rentabilidad que el necesitaba.
«Tuvimos que despedir gente. No perdí ningún cliente, pero pasaron de comprar 100 panes a comprar tres. Yo me levantaba muy temprano y trataba de desocuparme a la 1 de la tarde. Todos los días salíamos con bolsas de pan y captabamos clientes más pequeños pero con mayor volumen. Creo que eso nos ayudó a aguantar porque fueron 6 meses que la cosa estuvo complicada».
Este no fue el único tropiezo que tuvo en su camino. La pandemia de COVID-19 presentó otro gran desafío, obligando a Carlos a cerrar su panadería por completo durante tres meses. A pesar de las dificultades financieras, la empresa se mantuvo firme gracias a una gestión cuidadosa y a la lealtad de sus clientes.
«Mantener la planta cerrada cuesta dinero. Tienes que tener las luces exteriores, los seguros de empresa, los seguros de la flota de camiones y más. Tienes gastos todos los meses. Pero todo se solucionó y volvimos a abrir las 24h».
Al reanudar operaciones, Bon Breads Baking Co. volvió a ser la principal distribuidora de pan artesanal para los mejores hoteles y casinos en Las Vegas.
Visión y expansión
Para que el negocio pueda valerse por si solo, Carlos logró delegar responsabilidades y centrarse en la estrategia e innovación de la panadería. Esto le permitió no solo mantener la empresa en un constante crecimiento, sino también explorar nuevas oportunidades.
«Me dediqué a armar una gran estructura para el negocio. A estas alturas no me necesita más, funciona perfectamente bien cuando no estoy. Quizás, delegar es lo que más le cuesta a los que inician con un negocio, pero si no lo haces te vuelves loco y no vas a avanzar lo suficiente nada», expresa Pereira.
Hoy en día, Bon Breads Baking Co. es una de las panaderías artesanales más reconocidas en Las Vegas, con una producción continua de una variedad de más de 100 tipos de pan para resorts, hoteles y restaurantes.
Recientemente, Carlos tiene interés en expandir su negocio a nivel internacional, inspirándose en sus viajes por Europa y en la baja calidad de los panes que se realizan. Además, invierte en tecnología de punta y en la formación continua de su equipo, esperando que el Bon Breads Baking Co. se mantenga sin su presencia.