Variedad y buena comida, sano esparcimiento y diversión asegurada en un solo lugar. Eso es hoy el boulevard El Molino, ubicado en plena avenida Panamericana, cerca al puente Cáceres. Han pasado ocho años, desde aquel setiembre del 2011, en que empezaron con tres restaurantes y hoy se ha convertido en el paso obligado para cualquier comensal amante de la buena comida, no solo la peruana, sino también internacional.
Hace más de 25 años, el Molino fue un parque de diversiones para familias numerosas. «El concepto era de la Granja Villa (Lima), con restaurante y juegos para niños», recuerda Cecilia Desulovich, gerenta del boulevard El Molino.
A pesar del esfuerzo, el negocio no prosperó. Así que cambiaron de rubro.
Así apareció la discoteca Tótem (2002-2004); luego pasó a solo un local de alquiler para eventos y un restaurante de comida criolla (2005-2007).
No encontraban la ‘beta comercial’. «En el 2007 tomamos la decisión de cerrar en el verano y solo se alquilaba para eventos familiares y corporativos. Mejoramos la pista de baile y le sembramos grass», recuerda la gerenta.
Cuando parecía que rendía frutos la inversión, la competencia de alquiler de locales empezó a proliferar. La urbanización Santa María del Pinar y Los Ejidos asomaban como los grandes competidores.
En esos meses, aparece una propuesta de comprar el local; sin embargo, la rechazaron.
El boulevard de hoy
«Un joven cheff de Lima, William Gómez, nos pidió alquilar un espacio pequeño para instalar un restaurante. Dos veces descartamos la propuesta pero, por su insistencia, a la tercera vez aceptamos. Empezamos a madurar la idea que esa podía ser la opción de negocio para este lugar», recuerda Cecilia Desulovich.
Inmediatamente, un familiar de la gerenta le dijo que si le alquilaba al cocinero limeño, él también se animaría.
«Luego le avisaron a Sandro Victoria, dueño de L’Ancora (que cerraba su local debajo de la discoteca Queens, en Miraflores) y, finalmente, el dueño de Tao, Christian Hidalgo, se animó también a ingresar al proyecto», recuerda Cecilia. El proyecto empezaba a cristalizarse en setiembre de 2011.
Empezaron con Host, L’Ancora y La Soberana. Luego fueron ocho locales pequeños. Se unió Tao (con dos locales), Crickets, Dulce Pasión (cafetería) y Tayanti (dos locales).
Hoy, quedan seis: Piqa, Filomeno, Tayanti, Aruma, L’Ancora y Tao.
Cocina diversa
«El éxito es la especialización en las cocinas», asegura Cecilia Desulovich. Además, «la ubicación del local es sensacional», añade.
Y tal como lo menciona, la variedad de oferta culinaria hacen de este boulevard un lugar único en Piura.
«Tratamos de concebir un concepto para el local, es decir, con variedad de para escoger: oriental (china, japonesa y tailandesa), italiana, peruana, internacional y parrillas. La idea era ofrecer al publico distintos tipos de cocina en un concepto integral», asegura.
Por otro lado, la ubicación y la cara externa de los locales fue otro detalle a considerar.
Cecilia Desulovich señala que siempre han intentado que ‘el rostro’ del boulevard tenga un concepto homogéneo. Sin embargo, al interior de cada restaurante, los inquilinos podían construir y acondicionar de acuerdo a su gusto y necesidad.
Los inquilinos de cada local rotan poco pues renuevan contrato todo el tiempo. El área de cada local varía entre 150 a 200 m2. El área total del boulevard es de 1562 m2. «Siempre imaginamos este lugar como un pequeño pueblito donde la gente venía a comer», refiere.
El movimiento de clientes en el boulevard es frecuente y constante. Debido a ello, hay locales que están evaluando abrir por las mañanas para ofrecer el servicio de desayuno. Por ahora, desde el mediodía y, en las noches, los locales ofrecen su variada carta a los comensales.
Por el momento, asegura Cecilia Desulovich, realizarán inversiones para el mantenimiento de los estacionamientos, la construcción de veredas, mejorar la fachada y cambiar la iluminación.
«No habrán ingresos de nuevos restaurante en los próximos meses porque estamos copados. Queremos mantener el concepto y no ampliar la oferta sin justificación. En Piura no encuentras un lugar con cinco diferentes cocinas y un lugar agradable como el nuestro. Eso queremos mantener», concluye Cecilia Desulovich.