En un movimiento estratégico, el gobierno del presidente Donald Trump ha decidido excluir los smartphones y monitores de computadora de la lista de productos sujetos a aranceles en el marco de su disputa comercial con China.
Esta medida, anunciada recientemente, responde a un cálculo estratégico que busca equilibrar dos objetivos clave: mantener la presión sobre China mientras se protege al consumidor estadounidense de alzas de precios en productos tecnológicos esenciales.
Una jugada económica con fines políticos
La Oficina del Represetante Comercial de los EE.UU (USTR) justificó la decisión al argumentar que estos dispositivos son ‘esenciales’ para que Estados Unidos compita en el mercado global. Pero la realidad golpea debido a que el alza de precios de estos productos le estallaría en la cara al gobierno, ya que perforaría el bolsillo del votante medio.
Analistas económicos coinciden en que la decisión tiene un claro componente electoral, dado que el encarecimiento de estos dispositivos – presentes en la mayoría de hogares estadounidenses – podría haber generado descontento entre los votantes.
Al eliminar los aranceles a smartphones y monitores, el gobierno esquivó una bomba política: evitó que los productos más populares se encarecieran y enfurecieran a la ciudadanía.
Un respiro para las grandes empresas tras retiro de araceles
Esta decisión representa un alivio inmediato para empresas como Apple, que fabrica la mayor parte de sus iPhones en China, pues habría enfrentado costos adicionales de haberse mantenido los aranceles. Otras compañías como Samsung, Dell y HP también se benefician, pues podrán mantener sus estructuras de precios actuales sin necesidad de trasladar los costos a los consumidores.
El gobierno chino, por su parte, ha recibido con cautela el anuncio. Aunque representa un pequeño gesto de distensión, las autoridades mantienen su postura crítica hacia lo que consideran «medidas proteccionistas» por parte de Washington.
En el corto plazo, la decisión beneficia tanto a los consumidores como a las empresas tecnológicas. La dependencia de la industria en la manufactura china sigue siendo un punto crítico. Pero en el panorama general, la guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo sigue su curso, con consecuencias aún impredecibles para la economía global y las cadenas de suministro internacionales.