Entrevistas

Marilyn Toledo: “Una crisis económica puede afectar las emociones de toda una familia”

Tras la llegada del coronavirus, los problemas de ansiedad, depresión y suicidio se vieron relacionados, además, por la falta de empleo o quiebre económico. Sepa cómo identifcar los síntomas y qué acciones tomar con estos pacientes.
Por Mirko Campaña Boyer Publicado: Últ. actualización: 28 junio, 2022 20:29
7 minutos

La pandemia ha tenido una serie de consecuencias muy críticas en la sociedad, no solo en el tratamiento del coronavius, sino que, además, la pérdida del trabajo, situaciones financieras adversas en los hogares, entre otros, han generado que muchas personas caigan en la ansiedad, la depresión y hasta en el suicidio.

En ese sentido, InfoMercado conversó con Marilyn Toledo, psicóloga clínica y profesora en la escuela de posgrado la Universidad Norbert Wienner, quien explicó que los problemas mentales también son consecuencias del estrés o la pérdida del empleo, y nos alcanzó algunas recomendaciones para identificar y tratar a este tipo de pacientes en el hogar y el trabajo.

La pandemia ha traído no solo a la COVID-19, sino también otro tipo de problemas en la sociedad en general, como lo es en el área emocional. ¿Podría comentarnos cuáles han sido los principales impactos psicológicos detectados durante y el post encierro?

El impacto de la pandemia por COVID–19 ha sido transversal en todas las dimensiones y a todos los grupos, ya que no solo ha sido una amenaza a nivel de la salud física, sino también a nivel personal, familiar, laboral, social, académico, económico, de relaciones, y adicionalmente tenemos que considerar que en todos los grupos etarios (niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores), la manifestación de respuestas emocionales ha cursado desde el estrés por la situación de vulnerabilidad, las reacciones depresivas por las pérdidas de familiares, amigos, o despidos laborales, los cambios inesperados, desesperanza por no saber cuándo se volverá a la normalidad, respuestas de ansiedad y miedo a la muerte, conductas que podían llegar a la obsesión y paranoia por el contagio. Algunas de estas conductas y temores han permanecido en algunas personas post encierro.

Pero es este impacto en la salud mental de la población, lo que ha permitido que se visibilice una realidad en la que reconocemos nuestra vulnerabilidad y desde allí generar un marco de estrategias de intervención en cada grupo etareo.

Actualmente somos conscientes que las limitaciones y restricciones se han flexibilizado y la idea es que, sin generar ansiedad o angustia, podamos ser conscientes de nuestro autocuidado primero para cuidar mejor.

Sin embargo, la paralización de todas las actividades económicas trajo consigo angustia en miles de familias peruanas que viven del día a día. ¿Puede un tema económico afectar emocionalmente a las personas?

Definitivamente, una crisis económica puede afectar las emociones de toda una familia, quizás a unos en mayor nivel por el grado de su rol de responsabilidad, como el ser jefe o cabeza de familia o el cuidador principal, que no va a saber cómo poder cubrir las necesidades básicas ya que no podrá acceder a un ingreso fijo, esta situación genera alta angustia y desesperación, ya que percibirá que su familia está incluso en riesgo de vida por su responsabilidad.

¿Esta situación es solo pasajera o puede convertirse en un real problema del individuo que lo padece?

Esta situación de pérdida de la capacidad de control, por ejemplo, asociada al manejo económico con autonomía personal puede generar una depresión que si no se trata oportunamente podría agravarse con un riesgo de potencial e ideación suicida por percibirse con incapacidad para salir adelante, el no poder cuidar de los suyos, y por lo tanto sentirse una carga que no ayuda.

¿Cómo detectarlo?, ¿existen síntomas que nos advierten comportamientos suicidas o depresivos?

Es importante estar atentos a los cambios conductuales y emocionales que presenta: dejar de participar en las comidas, o en actividades que antes eran sus favoritas, no desear comer por estar aparentemente lleno, tener insomnio o cambio de horario de sueño; encerrarse en su dormitorio, no querer contestar llamadas, ni reunirse con los amigos; cambio en el estado de ánimo, pudiendo estar con tristeza y tendiente al llanto, o con irritabilidad, enojo u hostilidad constante; sentimientos de culpa que lo que está pasando es porque no ha hecho lo suficiente por la familia y que están en esa situación por su responsabilidad; presencia de malestar o dolores físicos, o enfermedades; querer irse a otro lugar, mencionar en desaparecer o viajar o “no estar”;

Después de identificar a un integrante de la familia con estos síntomas, ¿cómo se debe actuar?

Acérquese con empatía, compasión y amor, en este primer momento es importante estar y de allí pasar al hablar, dígale que está allí para escucharlo.

Muestre atención con una escucha activa, incluso esté cerca a la persona, si es posible, a su costado o al frente. Si en la narrativa aparece su ideación suicida en frases como “mi vida no tiene sentido”, “no vale la pena vivir”, “nadie se preocupa por mi” “nadie me entiende”, “a nadie le importo”, “ya lo he intentado todo”, “nada me sale bien”, “creo que soy una carga”, “estarían mejor sin mí”, “no quiero estar en este lugar”, “ya no me interesa nada”, no juzgues, pero es importante comentarle que lo comprendes y que es necesario buscar ayuda.

Si tú eres la persona con mayor autoridad en casa busca la atención terapéutica inmediata, incluso valida la posibilidad de hospitalización si el médico especialista lo considera, en estos casos el tratamiento es integral incluyendo atención por psiquiatría, psicología clínica con psicoterapia y el apoyo familiar.

Recuerda que la depresión es una enfermedad que debe ser identificada y tratada por especialistas, no es suficiente solo decirle “que la vida es bonita”, “tienes toda la vida por delante”, “de ti depende”, “pon de tu parte”, “todos nos deprimimos alguna vez”, o “sé cómo te sientes, yo pasé por eso”.

Cada caso es único, cada experiencia es personal y es importante individualizarla y tratarla.

Pero, ¿qué pasa si en la familia nadie lo detecta y, de pronto, el paciente retorna a su centro de labores?, ¿cómo debería actuar un centro de trabajo frente a este tipo de situaciones?

Si al volver al trabajo alguno de los compañeros de equipo nota la presencia de cambios en su desenvolvimiento es importante identificarlos, ya que podría ser un riesgo para el paciente y para su entorno.

Debería ser referido a la unidad de Bienestar social, o al departamento de salud, o al servicio psicológico, para que pueda pasar una entrevista.

Si el trabajador vuelve después de haber estado en un período de para o de baja por salud, es importante que pase primero por medicina ocupacional (seguridad y salud en el trabajo) para validar sus competencias y pueda retornar, es una manera de cuidar al trabajador y el entorno organizacional.

¿Podemos prevenir un suicidio, la depresión o ansiedad?

Podemos prevenir con estrategias que involucren al entorno familiar y social (académico o laboral); tener espacios o tiempos en la familia o en la escuela donde se pueda hablar con libertad, sin ser cuestionado ni juzgado sobre cómo nos sentimos o cómo estamos. Unos minutos para responder o escribir “cómo me siento hoy” y compartir.

Hacer sentir el apoyo con el que se cuenta en todo momento (“aquí estoy, para lo que demandes o necesites”, “no importa la hora, llámame si necesitas algo”); conectarlo e invitarlo a participar en actividades que pueden ser totalmente colaborativas para que se sienta acompañado, no necesariamente darle la responsabilidad; reforzar hábitos y estilos de vida saludable que puedan ser compartidas a nivel familiar y social.

Pasar un chequeo psicológico o emocional una vez al año permitirá validar las emociones y conocer las mejores estrategias de afrontamiento.

¿El retorno de las actividades económicas podría contribuir en la recuperación de un paciente con estos problemas?

Puede contribuir para que sienta que es parte de un proceso integral de tratamiento, pero no es lo único, el trabajo es una parte importante, pero la depresión no es solo por no trabajar, o la ideación suicida pasará si regresa.

El trabajo puede ser un punto de apoyo importante, pero si no se gestiona adecuadamente podría ser un factor de riesgo si genera mayor carga de ansiedad, angustia por sentir que no responde como se espera o no cubre las expectativas de los demás.

Finalmente, ¿qué recomendaciones puede entregarnos para evitar caer en la ansiedad, depresión o, incluso, en la fatal decisión del suicidio?

Mejora los hábitos saludables (ejercicios compartidos, actividades colaborativas, no fumar, ni consumir alcohol o drogas); identifica, expresa, valida y gestiona tus emociones de manera asertiva ya que puedes sobreponerse a tus miedos e inseguridades; haz una lista de las actividades y personas te generan motivación, alegría, satisfacción, gratitud, flow. Luego organiza para realizarlas invitando a las personas de tu lista; aprende a elegir lo que te hace bien (cantar, bailar, reír, compartir, trabajar o reposar) y también a decir “no” cuando desees; maneja el estrés y toma el control de lo que puedas y quieras. Recuerda que no todo depende de ti, pide ayuda si la necesitas. Recuerda “reconocer nuestra vulnerabilidad, también es mostrar fuerza”.