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América Latina: el dinero malgastado de los gobiernos podría acabar con la pobreza extrema

El Banco Interamericano de Desarrollo identifica tres grandes fuentes de ineficiencia presentes, en mayor o menor grado, en todos los países de Latinoamérica y el Caribe: las compras públicas, las transferencias monetarias a los ciudadanos y los salarios públicos. 
Por Betsabé Saavedra Publicado: Últ. actualización: 30 mayo, 2020 07:01
3 minutos

Cada año, la ineficiencia en el gasto de los Gobiernos de América Latina y el Caribe genera un despilfarro total de 220.000 millones de dólares, el equivalente a un 4,4% del PIB. «Esa cifra, bien invertida, sería suficiente para acabar con la pobreza extrema en la región», asegura Alejandro Izquierdo, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El BID ha publicado un estudio en el que analiza los presupuestos de los países de la región y sus potencialidades de mejora. Su principal conclusión: en tiempos de estrecheces presupuestarias, en los que el margen fiscal es estrecho, se puede (y se debe) hacer más con menos. De no asignar bien el gasto público, se estará hipotecando el futuro de los latinoamericanos.

Menos inversión pública, más gasto corriente

América Latina y el Caribe han seguido el camino menos recomendable en la composición de su gasto público. En las tres últimas décadas, los Gobiernos del subcontinente han optado por incrementar el gasto corriente -fundamentalmente, gasto social y sueldos y salarios- en detrimento de la inversión, uno de los principales determinantes del crecimiento futuro de un país y, por ende, de la calidad de vida de sus ciudadanos.

«A menudo, el gasto corriente crece por encima de la tendencia en las buenas, pero luego la inversión pública es la destinataria de los recortes por el ajuste en las malas», subrayan los técnicos del BIB. «A esto se suma el hecho de que el efecto multiplicador de la inversión pública sobre el producto es mucho mayor que el del gasto corriente, razón por la cual una política de recorte de gastos que solo se centra en la inversión pública es errónea».

América Latina ha seguido, en este punto, una tendencia común a todo el bloque de países en desarrollo que, a diferencia de lo ocurrido en las economías industrializadas, han disminuido el gasto de capital en favor de uno mucho más cortoplacista.

La desconfianza ciudadana en sus autoridades es, en buena medida, responsable de este sesgo hacia el gasto corriente, según el estudio. Cuando hay un alto nivel de desconfianza, ya sea por la ineficiencia del gobierno o por la corrupción flagrante, los ciudadanos prefieren las transferencias a las inversiones a largo plazo.

Importancia de las infraestructuras

¿Cómo podría ser más eficiente el gasto público en América Latina? En primer lugar, destinando más dinero a la partida de infraestructuras.

“Es el tipo de gasto que dinamiza el crecimiento, porque complementa la inversión privada. Si no das buen servicio público en transporte, puertos, el privado no participa de la misma manera”, explica el economista del BID.

En el resto de países de la OCDE también ha decrecido levemente este capítulo pero, en opinión del economista “tiene más sentido” en economías desarrolladas que ya cuentan con mucha infraestructura -y de mayor calidad- y poblaciones mucho más longevas a las que hay que brindar servicios asistenciales. «Pero que esto pase en Latinoamérica, donde no existe ni el nivel de desarrollo ni de envejecimiento que en Europa es muy llamativo».

Sector educación

Es frecuente que los gobiernos detecten escasez de titulados universitarios y decidan invertir en este nivel. Sin embargo, si los que vienen antes no han sido reforzados, sirve de poco, especialmente para las clases más desfavorecidas, que reciben mucho mayor retorno cuando se potencian las primeras etapas educativas.

“Los latinoamericanos podrían tener acceso a más y mejor educación, servicios de salud, seguridad e infraestructura si sus gobiernos utilizaran los recursos existentes como lo hacen los mejores países del mundo”, subrayó el presidente del BID, Luis Alberto Moreno.